Ya estoy de vuelta.
¡Qué maravilloso todo!
He de decir que Lyon y sus alrededores son fantásticos, la comida es muy buena (si no eres picajoso), los dulces también y el vino espectacular.
Estuvimos en un pequeño pueblo cercano a Lyon que se llama Frontonas, en casa de la compañera de piso del año pasado de JFK y ahora amiga común.
Durante 4 días compartimos vivienda con su familia (papás, hermanas y abuelos), que no habla español. Obviamente, ayer ya nos podíamos comunicar casi sin necesidad de traductor: gestos y palabras clave fueron nuestros cómplices a la hora de llevar a cabo la socialización de las especies.
Y digo especies porque los franceses están hechos de otra pasta. O quizá somos los hispanos los que somos diferentes. A nosotros no nos suele ofender una crítica... pero ve tu y dile a los franceses algo, juasssssssssss.
Pero qué os voy a contar a vosotros sobre los franceses que no sepáis, ya que son un elemento muy bien estudiado por el español de a pie. Todas las tesis generales se corroboran en una u otra ocasión pero no lo suficiente como para generalizar.
Bueno sí... ¡son guarretes! No me gusta que en las pastelerías me den los pasteles de la mano (sin pinzas), ni tener que estar preocupándome sobre el estado del w.c. en los bares. Y me mosquea que regalen cepillos de dientes si llevas el viejo a un puesto de Colgate...
Me encantó, por otra parte, probar todos los productos regionales de Lyon: Gâteau de Foie, Crêpe au chocolat, tartiflette, choux à la crème... y otros productos franceses como la Ratatouille (que tenía que probar, obviamente) o los quesos de cabra, oveja y vaca del que he de destacar el "brick", que fue el que más me gustó. JFK se trajo casi una quesería completa en la maleta... pero eso es otra historia.
La verdad es que fue un viaje super gastronómico que no podría haberse producido de no ser por la inestimable ayuda de Marie, que nos dio de comer de lo bueno lo mejor (incluídas esas ancas de rana tan ricas). Si no hubiese sido por ella (y no hubiesemos comido la comida de casa de supermom Brigitte y superdad Antoine), no hubiese apreciado el verdadero sabor de la comida francesa.
Countryside rules!
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