Temporada de mosquitos

Empieza la temporada de mosquitos y, como todos los años, mi cuerpo se va llenando de bultitos cada vez que ellos deciden darse un festín de mi rica sangre.

No tengo la culpa de tener una sangre tan fantástica para ellos. Yo, si fuera ellos, también me picaría con saña, con pasión, sin temor a ser cazada.

No me queda otra que comprarme el calma picores y el rebaja hinchazones, porque algo de alergia sí que tengo, la verdad, y se me pone la zona como el culito de un mandril. A veces en la cara, a veces en el brazo, otras en las piernas... lo recorren todo.

Ya me pasó en el viaje a R. D., donde me convertí en el blanco perfecto (y nunca mejor dicho porque era la más pálida de la isla) de millones de mosquitos caribeños (afortunadamente ninguno de ellos llevaba el dengue), mientras que el señor JFK campaba a sus anchas e intacto ante una marea insectil.

Es desde siempre... recuerdo mi infancia en Galicia escuchando a los mosquitos rondarme de madrugada (ese bzzzz tan molesto), esperando a que me quede dormida para clavar su trompa y succionar mi sangre...

Creo que me he acostumbrado, soy una mártir de los mosquitos.

Ilustración de Guacamole Goalie.