Despidiéndome del trabajo

Ayer cuando salí de trabajar me fui a comer con una compi de curro que se iba hoy de vacaciones y de la que no me voy a poder despedir mañana cuando me vaya.

Es lo mejor que he conocido en el trabajo: divertida, optimista, alegre, inocente, siempre con una sonrisa... irradia energía positiva en un 100% y eso es muy necesario en un trabajo como éste donde hay un 60% de empleados cuyas metas laborales se han frustrado y andan más crispados que el monito de Kelloggs.

Fuimos a comer con otra compañera que se apuntó a última hora (y se fue después de comer) y luego estuvimos en el Alcalá 2, un centro comercial un tanto macarra, con muchas tiendas de bisutería china y alguna de tatuajes y tal... todo muy poligonero pero con mamás y niños correteando.

Tenía yo que acabar de comprarme cosas para la boda de mi primo, más en concreto una chaquetilla o un chal, que si no voy a pasar un frío del copón y, la verdad, eso nos pillaba muy a mano. Finalmente me compré una chaquetilla (que voy a devolver hoy, porque he conseguido otra por otro lado y me ahorro el panojil, que no es poco).

Después, para celebrar que la vida se escribe con V, nos fuimos al happy hour de Friday's a ponernos moradas de Ultimate Long Island Tea, que es mi bebida favorita del local. Con 2 copas yo ya estoy en Marte (y haciendo amigos marcianos con mi extrasociabilidad).

Allí la nena me regaló unos pendientes que ella misma hizo (tiene ahí una especie de negocio sumergido con pendientes muy bonitos) y una camiseta suya que yo le había dicho que me gustaba (de hecho me quedé fascinada: tenía una cerdita con gafas de sol con corazones de Lolita y una braguita... surreal!). También me dio bolitas para que aprenda a hacer collares (pone mucha esperanza, pero yo soy muy torpe) y una caja para guardarlo todo.

Me hizo mucha, mucha ilusión que me regalase eso. Significa realmente que nos vamos a echar de menos, pasábamos mucho rato juntas en el trabajo y después de él nos íbamos de compras y a chacharear...

Obviamente después de dos Ultimates, estábamos en plena exhaltación de la amistad y, al menos yo, no me quería ir de Friday's por nada del mundo.

Pero, de repente me enteré de que venía a cenar una familiar de JFK a casa y habíamos quedado en hacer una tortilla de patata.

No os miento si aseguro que descubrí que las tortillas me salen mejor borracha que sobria. Me quedó perfecta. Tendré que emborracharme cada vez que haga una.

Ilustración de Head Explodie