El caso XY.

Estoy molesta con una persona, digamos que se llama XY. Estoy muy molesta, por un cúmulo de cosas.

Esta persona esta atravesando un mal momento, no se siente bien físicamente y está bastante triste. Creo que se está apoyando bastante en mí, pero no suelta todo lo que lleva encima, simplemente lo omite, creando cápsulas que explotan individualmente. No se ayuda a sí misma a evolucionar y simplemente me pide que me ponga en su situación (como si yo supiera cual es, como si ella supiera cual es la mía... como si los roles fuesen interpolables).

No hay evolución y mientras tanto yo me siento con la responsabilidad de lidiar con un tiempo, espacio y materia desconocidos... como un cruce de caminos por el que no sé avanzar, como una madeja de globos que se han enredado...

Eso me estresa, porque realmente necesito ayudar, porque adoro a esa persona, pero no sé por donde empezar... y me pongo nerviosa, y me enfado, y me tiro del pelo, y lloro...

Y ya no quiero saber nada más de esa persona, y decido irme por ahí, en plan lengua bífida a beberme tsunamis de vodka por la Gran Vía o anegarme en el lodo de la crema catalana siendo infiel de palabra, obra y omisión...

Pero me despierto de nuevo y veo que todo sigue igual: hermetismo, silencios y enfados...

Tiren de la cisterna al salir, porque yo no sé qué hacer.