Llega mi madre.

Sí, señoras y señores, soy consciente de que no me prodigo mucho por aquí... El no tener Internet en casa y el no poder usarlo en exceso en el trabajo los han visto a ustedes privados de mi insigne presencia y a mí del placer de escribir sobre naderías.

He de comentar que hoy llega mi progenitora a esta ciudad, así que si mañana ven las calles más limpias... ya saben desde ahora cual es el motivo.

Desde ya estoy pensando cual será el tema de discusión de este viaje, porque nos vamos a pasar 3 días juntitas... y eso, pues es muy bucólico en teoría, pero en la práctica es una simple bomba de tiempo.

Mi madre llega para ver un piso que he visto, que me ha gustado, que está dentro de las posibilidades y que se vende... les mantendré informados, pero no ahora, que ya saben que da mal fario adelantar acontecimientos que no han ocurrido, y yo para eso soy muy folklórica.

Por lo demás la vida es tranquila: trabajo, clases de portugués, window shopping, obsesión por el ahorro (sólo gasto si salgo a comer/beber), besitos al gato (por fin ha engordado un poquito, me tenía preocupada) y un sinfín de cosas cotidianas que no les contaré porque me quita de ese pedestal glamouroso en el que ustedes me tienen encumbrada (o yo misma me he autoencumbrado).

Señores, les dejo, que tengo que pensar en qué restaurante voy a poner a mi madre y a mi novio a comer juntos, jejejeje. Descartado el local de Sushi.