Hoy me siento a la deriva

Hoy me siento poética. Como el cine argentino, que alcanzó sus mayores cotas de creatividad y lirismo tras la crisis económica del país. Hoy me siento cine argentino (aunque sea la noche del cine español).

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Hoy me siento especial, porque no hay nadie como yo. Pero nadie es como nadie. Si todos somos especiales, ¿qué tiene eso de especial? Me siento dubitativa ante lo especial, y la repulsión de lo que algo común pueda hacernos sentir.

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Hoy me siento sola. Pero una soledad feliz. Cuando alguien dice "Estoy solo" suele ser que no tiene a nadie con quien compartir los retales de la vida, pero yo no sufro de eso. No es que sea la persona con más amigos del mundo, pero siempre hay hombros en los que arrimar la cabeza y oídos que escuchan mil ralladas mentales inventadas para la ocasión. Me siento sola por voluntad propia, porque me quiero sentir sola y porque hoy me apetece sentirme así.

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Hoy me siento felina. Más felina que de costumbre, con las zarpas afiladas y al acecho, sin compasión y con ansias de venganza de un Villano que nunca existió. Esta visión nocturna de los felinos algún día me fallará, y comenzaré a perder mis 7 vidas, hasta que me quede con la última... y no sepa vivirla.

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Hoy me siento yo misma. Como si nunca me hubiese visto a mí misma. Como si me hubiese perdido y de repente me hubiese encontrado sin ni siquiera buscarme. Como un "coño, esta soy yo" en las cataratas del Niágara.

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Hoy sigo sintiéndome poética. Una poesía que ya nada tiene que ver con el cine argentino, que alcanzó sus mayores cotas de creatividad y lirismo tras la crisis económica del país. Una poesía que, siendo yo pescador, es un canto de sirena que me embauca... y sólo yo la oigo, y sólo a mí me llega, y sólo a mí me lleva a la deriva.