Hatsheput... primera faraona

Hatsheput fue la primera "faraona", antes de Cleopatra, y muchísimo antes que Lola Flores.

Fue hija del faraón Thutmosis I y educada para ser su sucesora. Sin embargo, las cosas se torcieron un poco, y a la muerte de Thutmosis, otro hijo heredó el "trono": Thutmosis II.

Así que Hatsheput se casó con él (uno de estos matrimonios de conveniencia que duraron hasta... bueno, quizá todavía haya) para que él pudiera legitimar su cargo de faraón, ya que era necesario casarse con alguien de la familia real.

El faraón se murió prematuramente y el hijo de éste con una esposa secundaria estaba educándose para sacerdote, ya que no iba a ser su sucesor. Mientras cambiaba el destino de ese joven, Hatsheput se encargó de la regencia.

Hubo bastantes problemas, ya que los partidarios de "Thutmosis III" llevaron a cabo una serie de intrigas palaciegas destinadas a destronar a Hatsheput y entronar al nuevo faraón instantáneamente.

Ante tal plantel, Hatsheput recurrió a lo que recurren todos, al "opio del pueblo". Creó un mito por el cual el dios Amón había estado presente en el momento de su nacimiento y la había designado como gobernadora de Egipto hasta su muerte.

Se convirtió entonces en la primera faraona de verdad, no regente, si no reina, con un gobierno expansivo, de exploración y de reconocimiento de otros países.

Se vistió como un faraón, habló como un faraón, actuó como un faraón, y se hizo llamar "el rey".

No toda la historia es tan bonita, ni fue la mejor época de Egipto... pero lo curioso de esta historia (además del toque feminista que tiene) es que un día ella desapareció. Thutmosis III asumió el poder y los siguientes reyes obviaron esa parte de la historia llamada "Hatsheput", hasta tal punto que destrozaron un amplio porcentaje de los monumentos que había en honor a la "reina".

Se han encontrado varios monumentos funerarios en los que debía haber estado su cuerpo... pero nunca llegó a aparecer.

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Quizá no os interese la historia, pero llevo tres días hablando de ella, como representación de lo femenino. La representación de lo fuerte y lo volátil.