viernes, marzo 18, 2005

Estoy en casa

Tras una serie de accidentados incidentes, por fin estoy en casa. Eso sin contar con la quedada "masiva" de ayer, en la que solo estuvimos Mr Blogazo y servidora. En fin, todo será no volver a quedar... jajajaja.
Esta mañana cogía un bus a las 11.00 para venir a casa. Como le dejo mi picadero, digo mi casa, a Amanece, vino para recoger las llaves a eso de las 9.30.
Me trajo además un cd de mp3 muy bonito al que le puso como titulo "Petardeo palomino" y que tiene cosas de Mcnamara, Glamour to kill, Iván Ferreiro, el Leti-rap (movimiento circular)... y una barra de pan para que me hiciera el bocata del viaje (¿a que es muy rico?).
En fin, que cuando me fui Amanece me acompañó a por un taxi y tal. Todo bien. Bueno, el taxista era de esos que charlaban un montón y me empezó a decir que si me iba triste porque había dejado al chico solo en Madrid, que si el chico se había quedado triste, que si además de taxista era policía de alcoholímetros, que si se iba a ir a Orense ese fin de semana a pescar a la gente que saliese borracha de la discoteca, que si la hermana de su mujer era muy celosa con el marido, que si hacía mucho que tenía los billetes comprados para irme a Galicia...
Entonces caí en la cuenta... los billetes... los billetes... los billetes estaban en casa y llevaba el tiempo pegado. Le hice volver al taxista a mi casa y a Amanece bajarme los billetes.
El pobre Amanece lo hizo con tanta prisa que se dejó mis llaves dentro de la casa... pero yo cogí los billetes, me fui y él se quedó. Solo ante el peligro.
Llamó a mi casera, que no le quería abrir. Me tuvo que llamar a mí por teléfono para que yo hablara con la casera y le abriese la casa. Diciéndole que era mi primo y quería conocer Madrid conseguí un "bueno, le abro, pero no quiero responsabilidades"...
A todo esto yo en el taxi sin saber si iba a llegar a las 11 a la estación porque ya eran menos diez y estaba en un pequeño atasco... qué agobioooo!!
Finalmente conseguí llegar justo a tiempo de subirme al autobús y que saliese. Y llamé a Amanece que ya estaba de nuevo en el nidito de amor, previo aviso de mi casera de que "no trajese a nadie a casa".
En fin, una pequeña odisea (o Ilíada, según los gustos).