jueves, enero 27, 2005

Olivetti Girl


Es que a mi me hubiera gustado tener una máquina de escribir Underwood. Yo soy así, una mitómana sin redención.
Finalmente acabé por tener una Olivetti, que no es tan fashion pero es funcional... bueno, todo lo funcional que puede ser una máquina de escribir cuando ya existen los ordenadores.
La Olivetti no es mía de primera generación, si no que es herencia de mi madre (lo cual le da un pequeño toque "in").
Una de las primeras cosas que escribí en ella, lo recuerdo como si fuese hoy, fue el poema de Pedro Salinas "Underwood girls".
En mi delirio soñaba que las teclas de la Olivetti se volvían redonditas y bailaban como las estrellas del Moulin Rouge, con mucha brillantina y grandes aplausos... bailaban rápido... como en los versos del poema de Salinas.
A veces estos pequeños recuerdos, en forma de pasaje, nos pueden dar la vida.
Dejo aquí el poema de Salinas, para quien quiera recrearse en él:

UNDERWOOD GIRLS
Quietas, dormidas están,
las treinta, redondas, blancas.
Entre todas sostienen el mundo.
Míralas, aquí en su sueño,
como nubes,
redondas, blancas, y dentro
destinos de trueno y rayo,
destinos de lluvia lenta,
de nieve, de viento, signos.
Despiértalas,
con contactos saltarines
de dedos rápidos, leves,
como a músicas antiguas.
Ellas suenan otra música:
fantasías de metal
valses duros, al dictado.
Que se alcen desde siglos
todas iguales, distintas
como las olas del mar
y una gran alma secreta.
Que se crean que es la carta,
la fórmula, como siempre.
Tú alócate
bien los dedos, y las
raptas y las lanzas,
a las treinta, eternas ninfas
contra el gran mundo vacío,
blanco a blanco.
Por fin a la hazaña pura,
sin palabras, sin sentido,
ese, zeda, jota, i...